...

viernes, 26 de marzo de 2010

El barrilito…“Legal, legitimo y absolutamente transparente…”


Hace unos días el presidente del senado de la república, en alusión al ya tristemente célebre barrilito, uso los términos “legal, legitimo y absolutamente transparente”…No es legal, no es legítimo y no es mínimamente transparente…

No es legal, porque violaba el artículo 100 de la constitución anterior y viola el 39 numeral 1 de la nueva constitución...

La transparencia consiste en entregar a una persona un cheque correspondiente a decenas de “beneficiarios” para que esa persona lo reparta directamente. Ya olvidamos el PEME, los miles de cedulas inventadas y otras cosas de las que no queremos acordarnos…

Pero lo que manifiestamente es el barrilito, es ilegítimo. Entendemos que quienes se dedican a lo más sucio de la política y a practicar consuetudinariamente el “todo vale” confundan lo legal, con lo políticamente conveniente y lo legitimo, conceptos diferentes y con frecuencia incompatibles.

Lo legítimo es siempre justo, lo justo es siempre legítimo. Lo legal no siempre es legítimo ni justo.

Un funcionario electo legal y legítimamente puede dejar de ser legítimo desde que pierde el apoyo de la mayoría de la población. No por eso deja de ser legal.

¿Es legítimo un funcionario electo por medio del abuso de los recursos del Estado? ¿Es legítimo un funcionario que viola la ley y la constitución que juró defender? ¿Es legítimo un funcionario que encubre crímenes contra el Estado? ¿Es legítimo un funcionario, aun electo legalmente, cuando incurre en prevaricación, soborno, cohecho, presión, coacción, tráfico de influencias, manipulación clientelista, abuso de poder y otros actos reprochables?

¿Es legítimo que un funcionario legislativo, cuya función es gestionar leyes y fiscalizar a los demás poderes se dedique a “labores sociales”, por demás carentes de toda transparencia y propias del ejecutivo?

¿Es legitimo que un legislador se atreva a decir que aprobó un contrato sin leerlo? ¿Qué se dedique a repartir dadivas humillantes en los barrios en vez de legislar y fiscalizar?

Maldito el pueblo en el que todos quieren ser cabezas, en el que todos buscan el protagonismo, en el que todos buscan la ventaja y nadie se interesa por el bien común y por hacer el trabajo que les corresponde…

Maldito el pueblo esclavo, indolente, servil,…que rinde culto a lo foráneo y donde nadie se interesa por lo genuinamente legitimo…

martes, 16 de marzo de 2010

El tránsfuga



En momentos en los que el transfuguismo se ha hecho habitual, no es impertinente aportar algunas ideas y puntualizaciones al tema.

La palabra siempre ha sonado fea y es lógico. Siempre se ha asociado a las peores lacras sociales, a los peores intereses, a la traición y a la falta de principios.

La real academia de la lengua define tránsfuga como la persona que “pasa de una ideología o colectividad a otra”; como “la persona que con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato” y finalmente como el “militar que cambia de bando en tiempo de conflicto”.

Pero, ¿Es siempre criticable el transfuguismo? ¿Es siempre condenable? ¿Es siempre lo mismo? No. No lo creemos. No terminamos de abandonar la perversa costumbre de simplificarlo todo como una papilla oligofrénica más fácil de digerir para el pueblo. Es así como lo tratan los medios en un torpe afán de parecer “neutrales” cuando evidentemente no lo son.

Lo criticable no es que una persona cambie de ideología. Lo criticable es que lo haga por razones que no sean de conciencia. Lo criticable no es que alguien no renuncie a una diputación, senaduría o alcaldía luego de cambiar de partido. Lo criticable es que aun pensemos que los representantes se deben a los partidos y no a la ciudadanía que lo elige. Lo criticable no es que un militar cambie de bando en medio de un conflicto. Lo criticable es que un militar en medio de un conflicto, y habiéndose dado cuenta de que su lado no tiene el derecho, la razón y la justicia, no lo haga.

De lo que se trata es de honor, de responsabilidad, de conciencia. Valores que parecen haber pasado de moda.

John F. Kennedy, en su obra “rasgos de valor” (“Profiles in courage”) hace una antología de políticos que tomaron decisiones heroicas, contra la marea y muchas veces al costo de sus carreras políticas. Podrían llamarse tránsfugas.

Lo criticable no es que se vaya, es que quien se vaya lo haga por dinero, o por un cargo, o por una prebenda. Que se venda…que venda su conciencia…

No es criticable y nunca lo será quien en medio de la contienda política cambia de lado por defender su honor, o el honor de su familia, o la razón, o el derecho, o la justicia…Eso, lejos de ser “alta traición”, es patriotismo…